Revista para América y el mundo, de ciencia, conciencia y libertad
Eduardo Garibay Mares
Prensa Libre
Año XXXIV. Número 842.
Jacona, Michoacán. Lunes 15 de octubre de 2012
En el cercano XLII Aniversario Luctuoso del General Lázaro Cárdenas del Río, fallecido el 19 de octubre de 1970, es deber nicolaita recordar en este 2012 parte del discurso que como presidente de México pronunció el 9 de mayo de 1940, en el marco conmemorativo del IV Centenario del Colegio de San Nicolás, a fin de tenerlo presente para encauzar ahora el errante rumbo de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, que fue fundada en 1917 y de la que en este 15 de octubre se festeja su XCV Aniversario, pues a la par que convulsa en la crisis que la extingue desde hace décadas, también se halla sometida a decisiones de manipulada democracia, puesto que tanto en consejos técnicos como en el Consejo Universitario, no sólo hay inequidad de votos por mayoría de representantes profesores que de alumnos, sino porque como representantes alumnos llegan a votar, a criterio de los directivos, estudiantes ya egresados, para tomar acuerdos que en condiciones tales se dan al margen de la ley.
Mensaje del estadista
Al inaugurar oficialmente en la Casa de Hidalgo los cursos de la Universidad de Primavera “Vasco de Quiroga”, el presidente de México, Lázaro Cárdenas del Río, manifestó, entre otras cosas, que:
Tras la primera etapa de lucha armada de la Revolución Mexicana , y llegado el ciclo constructivo, el gobierno ha tenido que canalizar su energía en dos direcciones fundamentales: por un lado, resolver problemas de carácter económico, en todos sus aspectos, tendiendo a crear una estructura sobre bases de mayor justicia social y, por el otro, atender la elevación del nivel cultural y moral del pueblo, tarea de por sí compleja y difícil, que es todavía de mayor trascendencia en un país que, como el nuestro, por diversas razones geográficas, políticas y económicas, alcanzó altas cifras de analfabetismo, razón por la cual el gobierno de la República ha iniciado por fundar el mayor número posible de centros de educación rural y de escuelas primarias, preparando y orientando simultáneamente a maestros, en esta cruzada cívica.
Esto es, que desde el jardín de niños hasta la escuela secundaria, se ha procurado mantener encendido el mismo espíritu educativo, pugnando por vincular la enseñanza con las características propias del medio, dado que en la historia de la humanidad, la pedagogía ha sufrido la influencia directa de las clases dominantes, detentadoras del poder; y los ideales de la educación han ido, naturalmente, variando acordes a la fisonomía del medio social de su desarrollo.
Entonces, cuando mediante una serie ininterrumpida de sacrificios populares se está transformando el panorama de México, en beneficio directo de las mayorías trabajadoras del campo y de la ciudad, resulta consecuente que el propio pueblo se preocupe porque sus hijos crezcan dentro del espíritu de la Revolución, como garantía de que conservarán y perfeccionarán las conquistas logradas, sin que por ello se entienda que la Revolución, hecha gobierno, nada más se preocupa por la educación rural, primaria y secundaria, o que sólo tiene interés por la preparación de cuadros de obreros calificados o de técnicos, puesto que la vida de las universidades está vinculada con la expresión superior de nuestra historia.
Por eso estamos ciertos que si el movimiento inicial de liberación se hizo como mero acto de espontaneidad popular, sin ayuda directa de los intelectuales de entonces, son los pensadores y los artistas de hoy, así como los profesionistas y los técnicos, quienes tendrán que darle al país un mayor impulso, sumados a los ideales humanistas plasmados en el programa intuido por los hombres de la Revolución. Los soldados tomaron parte en la lucha violenta animados por un principio de justicia que, examinado desde cualquier filosofía, será siempre grande por el profundo sentido humano que entraña, y esos ideales no han caído en tierra estéril. Obreros y campesinos han adquirido sus derechos y los van cimentando en la tarea lenta de organización de una nueva economía, y aunque la escuela es su legítima aliada y el maestro su compañero, serán los universitarios, quienes vengan a darle a la Revolución una voz con mayor eco, poniendo al servicio de la patria los últimos adelantos de la ciencia, las emociones del arte y los conceptos más profundos del pensamiento, de ahí que no hemos venido a pedirles a los universitarios ningún sacrificio, ni una tarea superior a sus fuerzas, queremos que vean el mapa de nuestra República herido por muy viejos problemas: enfermedades, falta de vías de comunicación, escasez de agua potable, sistemas primitivos de cultivo y explotación de nuestras industrias y, en el mismo mapa, fuertes núcleos de población que están demandando, de los médicos, de los abogados, de los ingenieros, de los químicos y de todos los hombres de estudio que no olvidan, en principio, su calidad humana frente al dolor de la gente.
Corolario
Hoy, cuando lamentablemente la reforma universitaria de la Casa de Hidalgo es mera mojiganga, y para que lo entiendan quienes, entre otras cuestiones, azuzan la violencia de nicolaitas en contra de alumnos reprobados o de aspirantes rechazados a ingresar en la Universidad Michoacana, en vez de abocarse a erradicar fallas del proceso enseñanza-aprendizaje y lograr la excelencia educativa y la suficiencia de espacios, vale rememorar parte de lo expresado por Lázaro Cárdenas del Río ante el Congreso estatal, el 15 de septiembre de 1932, en el fin de su periodo como gobernador de Michoacán, al afirmar que en México, por deficiencias orgánicas de las universidades de la República, se suscitan conflictos y distanciamientos entre la población en detrimento de la vida nacional.
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