miércoles, 29 de agosto de 2012

Independencia a México por el virrey O’Donojú. Eduardo Garibay Mares

VanGuardia Social
Revista para América y el mundo, de ciencia, conciencia y libertad


 



... no fue considerado entre los defensores de la nación mexicana reconocidos entonces por el Congreso Constituyente, devenido de la Junta iturbidista, que faltó al no honrar la memoria de Juan O'Donojú
Independencia a México por el virrey O’Donojú


Eduardo Garibay Mares
Prensa Libre
Lunes 4 de septiembre de 2012


“La independencia de México ya era indefectible, sin que hubiese fuerza en el mundo capaz de contrarrestarla, nosotros mismos hemos experimentado lo que sabe hacer un pueblo que quiere ser libre”. El virrey O’Donojú, en su escrito del 31 de agosto de 1821 al gobierno de España.

Designado nuevo virrey de la Nueva España, el general Juan de O’Donojú salió de Cádiz el 30 de mayo de 1821, a bordo del navío “Asia”, y el 30 de julio del mismo año desembarcó en Veracruz. Este militar nacido en Sevilla en 1762 y muerto en México en 1821, era un liberal avanzado, masón, y enemigo del absolutismo, que a principios de 1820 encabezó una conjura contra la Corona española y fue perseguido por el rey Fernando VII, sin que ello le impidiera desempeñar cargos importantes, seguramente porque además de ser teniente general del Ejército de España y jefe de las armas de Sevilla, fue ministro de Guerra y Marina en la lucha contra Francia.
Al llegar a Veracruz, el virrey O’Donojú confirmó la supremacía de la lucha independentista, al tener conocimiento de que el ejército realista sólo dominaba en la ciudad de México y otras cinco capitales de provincia, por lo que luego de lanzar una proclama conciliadora en que manifestó sus principios liberales, arregló en seguida un encuentro con Agustín de Iturbide en la villa de Córdoba.
Tratado de Córdoba y fin de la lucha armada
El 24 de agosto de 1821 fue suscrito el Tratado de Córdoba, donde en los dos primeros de sus diecisiete artículos, se enuncia que esta Nueva España se reconocería por nación soberana e independiente y se llamaría en lo sucesivo Imperio Mexicano; y que el gobierno del imperio sería monárquico constitucional moderado. Pronunciamiento firmado por Iturbide como primer jefe del Ejército Imperial Mexicano, de las “Tres Garantías”, y por O’Donojú, como teniente general del Ejército de España, que puso fin a la lucha armada y consumó la independencia de México.
Sin embargo, al respecto cabe destacar que: primero, ninguno de los dos tenía atribuciones para celebrar dicho tratado; segundo, la modificación al Plan de Iguala abrió la puerta a Iturbide para legitimar la usurpación que premeditaba, al convalidar el sustento de que a falta de príncipe español de la familia reinante, el trono de México podía darse a la persona que designaran las cortes imperiales mexicanas, esto es, la Junta Provisional Gubernativa, comprendida en el tratado para la organización del nuevo régimen, que sería formada por personajes de la elite, en lugar de convocarse un congreso nacional, con lo cual la revolución democrática fue así convertida en aristocrática, ya que igual se prescribió la conformación de un Congreso Constituyente mediante elección ciudadana.
Transición de colonia a nación
Reconocido ya como nuevo virrey, O’Donojú proclamó el 16 de septiembre la terminación de la guerra, al tiempo que hacía público el Tratado de Córdoba que finiquitó la revolución de independencia. El día 27 entró a la ciudad de México el ejército trigarante e Iturbide conformó de inmediato la citada Junta, de acuerdo al artículo 6 del Plan de Iguala, misma que integró con treinta y ocho personas favorecidas por nacimiento, riqueza o ilustración, casi todas ellas escogidas entre los más ardientes partidarios del absolutismo monárquico, dejando por completo de lado a quienes representaban la tendencia democrática y liberal, no obstante ser insurgentes que al iniciar y proseguir la guerra, hicieron posible liberar a México del yugo imperial español.
Reunida el 28 de septiembre, la Junta redactó el Acta de Independencia y convocó a un Congreso Constituyente, acorde a sus intereses. Esa fue la forma en que triunfó, al final de cuentas, el movimiento insurreccional iniciado en el pueblo de Dolores Guanajuato por el cura Miguel Hidalgo: una victoria donde Iturbide y sus partidarios, al conservar el sistema colonial de gobierno y los privilegios del clero, iniciaron un proceso de discordia nacional entre bandos liberales y conservadores.
Muerte de O’Donojú
Sin referir antecedentes respecto a quebrantos de salud y sin más explicaciones, la historia oficial sólo menciona que el 8 de octubre de 1821 O’Donojú enfermó de una pleuresía que, extraña y rápidamente, lo llevó en cuestión de horas al sepulcro, ya que falleció a las cinco y media de la tarde de ese mismo día. La muerte de O’Donojú, cuya presencia, principios y acciones hicieron posible el decreto de independencia de México, casualmente quitó el obstáculo que le habría dificultado a Iturbide la total abrogación del Plan de Iguala y del Tratado de Córdoba, ya que dicho deceso le dejó de inmediato el campo libre para trabajar en pro de un monarca mexicano: él mismo.
Corolario
Escrito lo acontecido en el mundo, sea del pasado o del presente cotidiano, al gusto y servicio de los poderosos que lo pagan, como ocurre con la mayoría de lo que se hace, sea cual sea el tema y sea quien fuere el que lo escribe, también la subjetividad de la Historia de México se ostenta igual en torno al caso de éste último virrey, surgido a su vez de pugnas entre grupos de poder, e intestinas, porque no hay que dejar de lado que O’Donojú pertenecía a una de las clases en el poder, de las cuales, y sólo de ellas, es de las que ayer, hoy y siempre provienen los líderes que logran consolidar cambios que impacten en ámbitos local, nacional o mundial, por su perpetua posesión del conocimiento, del poder: económico, político y jerárquico-social, así como de la proyección e influencia ejercida sobre sectores de población mayoritarios, de los que se sirven.
Esto es, que la necesaria revisión histórica igualmente se evidencia en el caso de O’Donojú, cuando la oscuridad en torno a su muerte se concatena a que oficialmente su figura fue diluida al escribirse la historia nacional, toda vez que no obstante ser él quien posibilitó la renuncia de España al virreinato novohispano, no fue considerado entre los defensores de la nación mexicana reconocidos entonces por el Congreso Constituyente, devenido de la Junta iturbidista, que faltó al no honrar la memoria de Juan O’Donojú, quien vino con el propósito de que se arriara el pendón de la Corona española de este suelo, y que asimismo se izara, para siempre, la bandera del México independiente.

lunes, 27 de agosto de 2012

Eduardo Garibay Mares en ComUnidad Nicolaita

VanGuardia Social
Revista para América y el mundo, de ciencia, conciencia y libertad


Eduardo Garibay Mares en www.comunidadnicolaita.blogspot.com/

Historiador formado en las aulas de la Universidad Michoacana - Eduardo Garibay Mares
Historiador formado en las aulas de la Universidad Michoacana - Eduardo Garibay Mares

La purificación del agua en Morelia. Eduardo Garibay Mares

Eduardo Garibay Mares, de la vigésimo cuarta promoción, y última (1996-2000), quien desarrolla su tesis: Agua y Poder en Morelia, 1880-1912.
…de los historiadores formados en las aulas de la Universidad Michoacana.

Historia y procesos. El quehacer de los historiadores de la Universidad Michoacana

Eduardo Garibay Mares. Primera edición: 2000. ISBN: 970-703-0194. ©Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Escuela de Historia...

Eduardo Garibay Mares. Historiador - UMSNH

Historia y procesos. El quehacer de los historiadores de la Universidad Michoacana



Corrección y cuidado de la edición: María Teresa Cortés Zavala, José Alfredo Uribe Salas, Eduardo Garibay Mares.





La purificación del agua en Morelia y el proyecto de Lee Stark
Eduardo Garibay Mares – Página 331




Eduardo Garibay Mares, de la vigésimo cuarta promoción, y última (1996-2000), quien desarrolla su tesis: Agua y Poder en Morelia, 1880-1912.
…de los historiadores formados en las aulas de la Universidad Michoacana.





Cuidó la edición María Teresa Cortés Zavala, José Alfredo Uribe Salas y Eduardo Garibay Mares.

 





lunes, 20 de agosto de 2012

Gobernante voluntarioso y demagógico. Eduardo Garibay Mares

VanGuardia Social
Revista para América y el mundo, de ciencia, conciencia y libertad

 
Gobernante voluntarioso y demagógico. Eduardo Garibay Mares









Gobernante voluntarioso y demagógico

Eduardo Garibay Mares
Prensa Libre
Jacona, Michoacán
Lunes, 20 de agosto de 2012
Página 2

Luego de las naturales palabras “mamá” y “papá”, otra de las primeras palabras aprendidas es “quiero”, misma que el bebé utiliza con egoísmo y egocentrismo manifiestos. Similarmente, “por la patria y por el pueblo” son palabras del voluntarioso político demagógico que “quiere” ser gobernante, o que ya lo es.
La voluntad es un fenómeno activo por el cual el ser humano tiene conciencia de ser él mismo el punto de partida de una acción y artífice de su cumplimiento. Esto es, que al constituir la elección de lo que se quiere la primera fase del acto de la voluntad, el bebé exige lo que quiere porque asimismo sabe, en cuanto a los medios de los qué ha de servirse, que para obtener todo lo que desea tiene a su disposición a sus padres, abuelos, tíos y aquellos que lo rodean, quienes, como suele ocurrir, lo malcrían.
Lo mismo pasa con el gobernante que tiene a su disposición a obsequiosos colaboradores, a dirigentes de su partido político y a militantes que coadyuvan en la manipulación y acarreo de personas, cuyas presencia en manifestaciones políticas obligan con becas, bonos o despensas, así como a medios de comunicación que aplauden tales acciones y obra pública de relumbrón, mientras se margina a la población mayoritaria de educación excelente, trabajo, salud, seguridad y vida digna.
No hay duda que mientras en el bebé caprichoso, el exclamar “quiero” y expresar de un modo categórico su propia voluntad es, obviamente, la manifestación primaria de una personalidad que está en proceso de maduración; en el gobernante-bebé el expresar quiero”, “por la patria y por el pueblo, es sólo reiteración de su perenne inmadurez.
Así en nuestros días, como es el caso del bebé caprichudo, cada egocéntrico gobernante se siente el centro del universo, y en cierto sentido lo es, ya que él identifica “su” pequeño universo con el universo entero, toda vez que quiere y ordena y es obedecido, dentro y fuera del marco de la ley, impunemente ¡no faltaba más! Puesto que él, voluntariosa y demagógicamente, “quiere, quiere siempre, quiere intensamente”, como lo dijo el primer poeta trágico Víctor Alfieri, nacido en Italia en 1749, actitud que día a día aplauden los corifeos con que cuenta, en el “show” mediático de la tragicomedia política mexicana, mientras el país se debate en crisis.
Sintetizadas por Alfieri, las fases voluntariosas de demagógicos gobernantes-bebés, que lacran nuestros días, son la versión negativa de las distintas fases del acto de la voluntad, consistentes en tomar una decisión, tener capacidad para perseverar en lo elegido, y saber poner adecuadamente en práctica los medios para conseguir el fin.
Voluntad de gobernante auténtico
La voluntad comprende en su proceso el estadio inicial en que se elige lo que se quiere, el cual permite diferenciar a verdaderos gobernantes en dos grupos que son: el de caudillos natos, que saben llevar a cabo una empresa por ellos decidida e ideada; y el de quienes secundan, prosiguen y culminan iniciativas de otros; para los que “perseverancia” equivale al “siempre”, y “control” se equipara al “intensamente”, de lo dicho por el poeta fallecido en 1803, dado que la perseverancia es la capacidad de seguir adelante, con constancia y firmeza, hasta culminar la acción elegida, lo cual es una característica fundamental, intensamente activa, que no debe confundirse con terquedad u obstinación, que son en sí formas nocivas con que los voluntariosos demagogos imponen su capricho, sin más fundamento que decir “sí” a esto y “no” a lo otro, incluso desbordados en ocasiones del marco legal. Igualmente indispensable, es la capacidad para realizar lo que se ha decidido hacer.
Perfil psicológico del voluntarioso demagógico
Consabido es que el gobernante voluntarioso y demagógico, aislado de la realidad, nunca entiende que no todo lo que quiere lo puede obtener, y por ello su caso es similar al del pequeño déspota, cuyos familiares y personas de su entorno reaccionan de la misma forma: primero, al satisfacer todos sus caprichos, luego, al emplear los más extraños y a veces perniciosos medios para desviar o atenuar la potencia de su querer, con lo que acrecientan volubilidad; y después, al conformarse con que el encaprichado bebé añada un “por favor” o algún gesto chistoso, para concederle todo lo que exige y reírle sus “gracias”.
Perseverancia contra inmadurez inveterada
Como la perseverancia es elemento de la voluntad, a fin de perdurar actividades en el tiempo, y la capacidad es también una característica cuantitativa que debe añadirse, para saber controlar entusiasmos excesivos y elegir el medio idóneo para conseguir el fin, es obvio que no basta con decidir que se quiere ser gobernante, contender en campañas electoreras y triunfar en los comicios, porque para ser un gobernante auténtico hay que conocer la propia aptitud para el cargo y mostrar, en el respectivo ámbito, trabajo y resultados en bien del país, antes, durante y después de contender y ganar.
De ahí que en la tierna edad de maduración en proceso y en la inmadurez inveterada del adulto, el voluntarioso no comprenda que la realidad es otra, y que para conseguir su capricho no basta con “querer”, ya que en las diversas fases del acto de voluntad el decir “quiero” sólo implica que se quiere algo, porque deviene del primer paso dado por el individuo, a menudo indeciso, al elegir su meta, pero que falla al escoger su camino, estadio donde la voluntad genera un procedimiento activo, mediante el cual el ser humano decide en qué sentido dirigir su propia conducta, en la empresa elegida, y donde la dificultad consiste en mantener firme la decisión tomada y en saber realizarla.
Gobernante-bebé en México
Fácil es para el gobernante-bebé “querer”, seducido por la situación de caos que desde hace más de cuarenta años agobia a México y que en nuestros días se recrudece por el contexto de incertidumbre que favorece el oportunismo y posibilita satisfacer el capricho de todo inepto que quiere ser gobernante, sin importar que no tiene ni la firmeza para mantener el rumbo, ni la menor idea de cómo realizar lo que se necesita, ya que sólo es un voluntarioso que carece de la perseverancia y capacidad, que distinguen la voluntad ejemplar de mujeres y hombres en la política y demás campos de la actividad humana.
Corolario
Hoy en día, la situación se agrava por el creciente número de gobernantes-bebés que plagan la República mexicana y que con tragicómica pugna de gobernantes mimados contra malcriados, y de tales gobernantes contra chiqueados, y viceversa, voluntariosamente enfangan al estado mexicano y ponen en riesgo al país.

sábado, 4 de agosto de 2012

Crisis políticas en México - Eduardo Garibay Mares

VanGuardia Social
Revista para América y el mundo, de ciencia, conciencia y libertad

 
Hidalgo y las crisis políticas en México ante la de 2012 - Eduardo Garibay Mares. Al rememorar en este 2012 el aniversario luctuoso del iniciador de la lucha armada por la Independencia de México, don Miguel Hidalgo...

Crisis políticas en México – Eduardo Garibay Mares

6 de Agosto de 2012 – Prensa Libre
 

Hidalgo y las crisis políticas en México ante la de 2012

Eduardo Garibay Mares
Prensa Libre
Año XXIV – Núm. 837. Jacona, Michoacán
Lunes 6 de Agosto de 2012
Página 2

Al rememorar en este 2012 el aniversario luctuoso del iniciador de la lucha armada por la Independencia de México, don Miguel Hidalgo y Costilla Gallaga, muerto en la ciudad de Chihuahua el 30 de julio de 1811 por las balas del pelotón de fusilamiento virreinal, el mensaje a los gobernantes y autoridades que integran el Estado mexicano, así como los dirigentes y militantes de los partidos políticos del país, es que tengan presente que por la respectiva irresponsabilidad de acciones de aquellos que impunemente dañan al pueblo y ponen en peligro a la República, por el mero afán de arribar o permanecer en sus cotos de poder, hoy incuban un creciente contexto favorecedor del deterioro de la vida nacional, que puede conllevar al estallido social, en forzada semejanza con la crisis política de 1808 en México, cuyo conjunto de hechos incidieron en la población de la Nueva España y dieron lugar al inicio de la guerra insurgente contra la Corona española.
Lo malo es que en esta primera década del siglo XXI es la irracionalidad la que conlleva a ocasionar la lucha entre los mexicanos, por la sola codicia de poder, a diferencia de la guerra insurgente iniciada el 16 de septiembre de 1810 por Hidalgo, el Generalísimo de América, uno de los insignes héroes forjadores de la nación mexicana, y también distinta a la comenzada el 20 de noviembre de 1910 a partir de que Francisco I. Madero González enarboló el lema “Sufragio efectivo. No relección”, enfrentado al titular del Poder Ejecutivo Federal, quien sólo así, por la fuerza, el 25 de mayo de 1911 dejó el cargo que desempeñó por más de 30 años, aunque la lucha por el predominio de la democracia prosiguió hasta culminar con la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, en la que asimismo se consagró el sistema de gobierno sustentado en la democracia, aunque con todas las virtudes y vicios que en torno a ésta campean, desde que principió en la antigua Grecia más de siglo y medio antes de Cristo.
Sí, el México del siglo XIX, independiente y republicano por el que lucharon los nacidos en esta tierra, a partir de que el cura de Dolores, Miguel Hidalgo, convocó a la lucha al grito de ¡Viva México! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, al tocar la campana de la iglesia y elevar el estandarte con la imagen de La Guadalupana. El México del siglo XX, revolucionario en pro de las garantías individuales y los derechos humanos, de la justicia social, del gobierno democrático, del Estado garante del bienestar de la sociedad y de la seguridad nacional, del país independiente, soberano y fraterno, en la convivencia internacional.
Crisis política de 1808 en México
En el ámbito político, socioeconómico y militar, en el año 1808 sucedieron un conjunto de hechos que perturbaron a la gente de la Nueva España, mismos que además de acelerar la decadencia del virreinato colonial, gestaron el inicio de la guerra insurgente contra el imperio español. Una crisis política en torno a la cual se dieron factores detonantes, externos e internos: en lo externo, la invasión francesa a España y la inmediata lucha de los españoles por liberarse de las tropas de Napoleón Bonaparte; y en lo interno, primero, la omnipotencia del virrey José de Iturrigaray, quien durante su mandato fue señalado como corrupto, principalmente por parte de empresarios españoles radicados en Nueva España; y segundo, la información difundida a principios del año 1808, en cuanto a que los franceses habían entrado en Valencia y Sevilla, y que se hallaban a un paso de la capital hispana, así como la noticia del levantamiento del 2 de mayo, en Madrid, que fue conocida por la sociedad novohispana en agosto, mismo mes en que Iturrigaray desconoció a la Junta General del Principado de Asturias, que se proclamó autoridad representante del imperio español, en ausencia del rey Fernando VII, y este hecho fue visto por la sociedad de peninsulares radicados en México como la declaración informal de independencia por parte del virrey Iturrigaray; y tercero, que conocida la noticia de la invasión del ejército napoleónico al territorio de España, los jefes españoles arraigados en México sospecharon que el virrey pretendía independizar al virreinato y erigirse como cabeza de la nueva nación, por lo que con el apoyo del arzobispo de la Ciudad de México Francisco Xavier de Lizama y Beaumont, el hacendado Gabriel de Yermo y otros miembros de la sociedad española en la capital, dieron el primer golpe de Estado en la historia del México colonial, al tomar por asalto el Real Palacio de México, la noche del 15 de septiembre de 1808, y destituir a Iturrigaray de su cargo como virrey.
Inconformidad contra la Corona española que se incrementó con la aplicación de la consolidación de vales reales a las élites de criollos, y de peninsulares, que significaba extraer, una vez más, importantes cantidades de la riqueza de México hacia la metrópoli imperial, en perjuicio de gran número de instituciones eclesiásticas y seculares, así como de civiles criollos y peninsulares, de ahí que en diciembre de 1809 se descubriese en Valladolid, hoy Morelia, capital de Michoacán, una conspiración para independizar a la Nueva España, encabezada por el hacendado José Mariano Michelena, quien fue detenido junto con los demás integrantes de la conjura de Valladolid, e igual fueron puestos en libertad en marzo de 1810, por orden del virrey.
Año de 1810 en que al llegar a la Nueva España el virrey Francisco Xavier Venegas de Saavedra, en el mes de septiembre, se gestaba ya en Querétaro una conspiración independentista emprendida por la vallisoletana doña Josefa Ortiz de Domínguez y su esposo, el corregidor Miguel Domínguez, los militares Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Abasolo, conspiración que al ser traicionada y descubierta adelantó el inicio de la Guerra de Independencia de México, comenzada con el Grito de Dolores que fue el ¡Viva México! del entonces párroco Miguel Hidalgo y Costilla, a quien se rememora para el encauce de la vida nacional en bien de México y de su gente, en el aniversario de su muerte.
Corolario
Hidalgo, el pensador independentista y revolucionario, y los hechos históricos tanto de su contexto como de la Revolución Mexicana, que evidencian a los públicos actores de la infamante crisis política que asola al país, recrudecida en este 2012 cuando el caos es producto del empecinamiento de individuos tales que sólo atienden al interés propio, de su élite, y de su partido político, sin importarles que hoy México es una nación independiente y soberana, donde libremente, y en condiciones de equidad, llegan a cargos de elección popular quienes como candidatos de respectivos partidos políticos obtienen el mayor número de votos, con alternancia de partidos en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, tanto en cargos federales y estatales, así como en los municipales.