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Revista para América y el mundo, de ciencia, conciencia y libertad
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Gobernante voluntarioso y demagógico. Eduardo Garibay Mares
Gobernante voluntarioso y demagógico
Eduardo Garibay Mares
Prensa Libre
Jacona, Michoacán
Lunes, 20 de agosto de 2012
Página 2
Luego de las naturales palabras “mamá” y “papá”, otra de las primeras palabras aprendidas es “quiero”, misma que el bebé utiliza con egoísmo y egocentrismo manifiestos. Similarmente, “por la patria y por el pueblo” son palabras del voluntarioso político demagógico que “quiere” ser gobernante, o que ya lo es.
La voluntad es un fenómeno activo por el cual el ser humano tiene conciencia de ser él mismo el punto de partida de una acción y artífice de su cumplimiento. Esto es, que al constituir la elección de lo que se quiere la primera fase del acto de la voluntad, el bebé exige lo que quiere porque asimismo sabe, en cuanto a los medios de los qué ha de servirse, que para obtener todo lo que desea tiene a su disposición a sus padres, abuelos, tíos y aquellos que lo rodean, quienes, como suele ocurrir, lo malcrían.
Lo mismo pasa con el gobernante que tiene a su disposición a obsequiosos colaboradores, a dirigentes de su partido político y a militantes que coadyuvan en la manipulación y acarreo de personas, cuyas presencia en manifestaciones políticas obligan con becas, bonos o despensas, así como a medios de comunicación que aplauden tales acciones y obra pública de relumbrón, mientras se margina a la población mayoritaria de educación excelente, trabajo, salud, seguridad y vida digna.
No hay duda que mientras en el bebé caprichoso, el exclamar “quiero” y expresar de un modo categórico su propia voluntad es, obviamente, la manifestación primaria de una personalidad que está en proceso de maduración; en el gobernante-bebé el expresar quiero”, “por la patria y por el pueblo, es sólo reiteración de su perenne inmadurez.
Así en nuestros días, como es el caso del bebé caprichudo, cada egocéntrico gobernante se siente el centro del universo, y en cierto sentido lo es, ya que él identifica “su” pequeño universo con el universo entero, toda vez que quiere y ordena y es obedecido, dentro y fuera del marco de la ley, impunemente ¡no faltaba más! Puesto que él, voluntariosa y demagógicamente, “quiere, quiere siempre, quiere intensamente”, como lo dijo el primer poeta trágico Víctor Alfieri, nacido en Italia en 1749, actitud que día a día aplauden los corifeos con que cuenta, en el “show” mediático de la tragicomedia política mexicana, mientras el país se debate en crisis.
Sintetizadas por Alfieri, las fases voluntariosas de demagógicos gobernantes-bebés, que lacran nuestros días, son la versión negativa de las distintas fases del acto de la voluntad, consistentes en tomar una decisión, tener capacidad para perseverar en lo elegido, y saber poner adecuadamente en práctica los medios para conseguir el fin.
Voluntad de gobernante auténtico
La voluntad comprende en su proceso el estadio inicial en que se elige lo que se quiere, el cual permite diferenciar a verdaderos gobernantes en dos grupos que son: el de caudillos natos, que saben llevar a cabo una empresa por ellos decidida e ideada; y el de quienes secundan, prosiguen y culminan iniciativas de otros; para los que “perseverancia” equivale al “siempre”, y “control” se equipara al “intensamente”, de lo dicho por el poeta fallecido en 1803, dado que la perseverancia es la capacidad de seguir adelante, con constancia y firmeza, hasta culminar la acción elegida, lo cual es una característica fundamental, intensamente activa, que no debe confundirse con terquedad u obstinación, que son en sí formas nocivas con que los voluntariosos demagogos imponen su capricho, sin más fundamento que decir “sí” a esto y “no” a lo otro, incluso desbordados en ocasiones del marco legal. Igualmente indispensable, es la capacidad para realizar lo que se ha decidido hacer.
Perfil psicológico del voluntarioso demagógico
Consabido es que el gobernante voluntarioso y demagógico, aislado de la realidad, nunca entiende que no todo lo que quiere lo puede obtener, y por ello su caso es similar al del pequeño déspota, cuyos familiares y personas de su entorno reaccionan de la misma forma: primero, al satisfacer todos sus caprichos, luego, al emplear los más extraños y a veces perniciosos medios para desviar o atenuar la potencia de su querer, con lo que acrecientan volubilidad; y después, al conformarse con que el encaprichado bebé añada un “por favor” o algún gesto chistoso, para concederle todo lo que exige y reírle sus “gracias”.
Perseverancia contra inmadurez inveterada
Como la perseverancia es elemento de la voluntad, a fin de perdurar actividades en el tiempo, y la capacidad es también una característica cuantitativa que debe añadirse, para saber controlar entusiasmos excesivos y elegir el medio idóneo para conseguir el fin, es obvio que no basta con decidir que se quiere ser gobernante, contender en campañas electoreras y triunfar en los comicios, porque para ser un gobernante auténtico hay que conocer la propia aptitud para el cargo y mostrar, en el respectivo ámbito, trabajo y resultados en bien del país, antes, durante y después de contender y ganar.
De ahí que en la tierna edad de maduración en proceso y en la inmadurez inveterada del adulto, el voluntarioso no comprenda que la realidad es otra, y que para conseguir su capricho no basta con “querer”, ya que en las diversas fases del acto de voluntad el decir “quiero” sólo implica que se quiere algo, porque deviene del primer paso dado por el individuo, a menudo indeciso, al elegir su meta, pero que falla al escoger su camino, estadio donde la voluntad genera un procedimiento activo, mediante el cual el ser humano decide en qué sentido dirigir su propia conducta, en la empresa elegida, y donde la dificultad consiste en mantener firme la decisión tomada y en saber realizarla.
Gobernante-bebé en México
Fácil es para el gobernante-bebé “querer”, seducido por la situación de caos que desde hace más de cuarenta años agobia a México y que en nuestros días se recrudece por el contexto de incertidumbre que favorece el oportunismo y posibilita satisfacer el capricho de todo inepto que quiere ser gobernante, sin importar que no tiene ni la firmeza para mantener el rumbo, ni la menor idea de cómo realizar lo que se necesita, ya que sólo es un voluntarioso que carece de la perseverancia y capacidad, que distinguen la voluntad ejemplar de mujeres y hombres en la política y demás campos de la actividad humana.
Corolario
Hoy en día, la situación se agrava por el creciente número de gobernantes-bebés que plagan la República mexicana y que con tragicómica pugna de gobernantes mimados contra malcriados, y de tales gobernantes contra chiqueados, y viceversa, voluntariosamente enfangan al estado mexicano y ponen en riesgo al país.
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