Eduardo Garibay Mares y el gremio periodístico nacional e internacional
Opinión
MOLINOS DE VIENTO
Periodistas en la amistad y en la guerra
Antonio Tenorio Adame
Cambio de Michoacán
Martes 10 de Abril de 2007
El pasado miércoles 4 de abril, la Asociación de Periodistas de Cádiz visitó la ciudad de Morelia con el fin de hermanarse con la Asociación Michoacana de Periodistas AC. En tiempos casi simultáneos, cayó acribillado en Acapulco el periodista Amado Ramírez; contrastes entre la amistad y la violencia.
Los visitantes desarrollaron un breve pero emblemático programa. Primero jugaron un partido de futbol contra los periodistas de Morelia. Fue un match de primera con jugadores «ya no llaneros», sino con cierto nivel de práctica profesional.
Quedó demostrado un orgullo nacional y un sentimiento deportivo que prevalecen en una mezcla difusa de antagonismos donde no se llega a romper el respeto entre los contendientes, sino que los asemeja y acerca. Resultó, primero, un «hermanamiento deportivo».
Las «huestes peninsulares» sucumbieron después de un extenuante y duro partido donde cada uno de los adversarios dio lo mejor. Rivales en el deporte pero hermanos en la profesión.
Primero fue un empate a uno en el tiempo oficial. Luego. en los tiempos extra. se impusieron los de casa con dos goles más sobre la portería «gaditana». Fue una derrota dolorosa, porque eran un equipo mejor integrado.
El encuentro estuvo muy bien organizado -de primer mundo, aunque faltaron los himnos al inicio del encuentro porque al final sí los hubo-. Se dispuso de cancha oficial, árbitro y abanderados, balones y uniformes reglamentarios, y para quienes nos toman por desorganizados se entregaron sendos trofeos a los dos equipos, «un guerrero azteca con su águila», casi un «monumento». Realmente muy bien organizado por la Asociación Michoacana de Periodistas, AC, que preside el historiador Eduardo Garibay. Felicidades.
Hermanos periodistas de ambos continentes
Los periodistas de Cádiz visitaron las instalaciones del periódico La Voz de Michoacán para luego asistir a la comida donde previamente se realizó el protocolo de una sencilla ceremonia donde se llevó a cabo el «hermanamiento entre los periodistas de ambos continentes». Los presidentes de una y otra de las organizaciones: Eduardo Garibay (Amipac) y Fernando de Santiago (APC), rubricaron con su firma tan significativo acuerdo.
Son los primeros pasos en el largo camino del fortalecimiento del afecto y respeto entre colegas separados por la geografía, pero no por el afán de defender la libertad de expresión; así como de engrandecer un pasado común, aunque a veces contrapuesto, pero siempre compartido. Convertir ese pasado como comprendido y superado del todo como muestra suprema de ser parte del común de la humanidad.
Se trata de una primera señal de la recuperación de la memoria histórica en la celebración del Bicentenario de las Constituciones de América y España. Esta celebración resalta los sitios donde se promulgaron las primeras constituciones del Continente Indoamericano, como Apatzingán y Cádiz.
Por su parte, la Asociación de Periodistas de Cádiz promueven ya la creación de un observatorio para la «libertad de expresión» con el objeto de fortalecer e impedir atrocidades sin fin. En ese tenor construyen la Casa del Periodista para dar albergue y protección a los colegas que lo requieran.
La guerra de las drogas
Aquí está el verdadero valor del encuentro de los «periodistas de ambos continentes»: el rescate de la memoria histórica como acicate de la conciencia, en torno a la libertad de expresión. Hoy tan lacerada como el crimen cometido en Acapulco, que privó la vida de Amado Ramirez Dillanes, corresponsal de Televisa.
Por principio, cualquier crimen semejante es un atentado a la «libertad de expresión, al que se suma la carga del medio al que se afecta. Sencillamente por tratarse del canal de televisión con mayor audiencia, el crimen cometido tiene un mensaje semejante al que se produjo en las mentes de los estadounidenses el 11 de septiembre de 2002: pánico y terror por el estado de indefensión de la población.
Los sicarios de la «guerra imperial de las drogas» lanzan el reto directo al Estado, a Felipe Calderón.
A la vez que se agudiza la descomposición que vive la organización política, ante la incapacidad e ineficiencia de los partidos políticos y la lacerante postración social del pueblo mexicano sumergido en la pobreza, el analfabetismo político y el «terrorismo de las drogas».
En la etapa actual Amerindia se encuentra aún más sometida con la «guerra imperial de las drogas», con la cual el imperio de la América sajona dispone de la violencia institucionalizada, y la fuerza militar formal. Su dominio parte del control total del mercado, la población, el territorio, con particular énfasis en el control financiero, por medio de la creciente y acumulada deuda externa, así, también para la explotación y aprovechamiento intensivo de los recursos naturales.
Ecos de la Francia Chiquita
En las reuniones de la Francia Chiquita se disponen los preparativos ya para la participación en los eventos que se celebraran el 27 de octubre próximo, en ocasión del 90 aniversario de la fundación de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo al que convoca el doctor Rafael Ramírez, presidente de la asociación de ex alumnos. Muy en lo particular en la inscripción y elaboración de ponencias que para el efecto se han organizado en cuatro mesas de discusión:
1ª «Seguridad y soberanía», a cargo de Humberto Aguilar Cortés; 2ª «Democracia y reforma de Estado», con María Eva López Ramos; 3ª «Desigualdad social y democracia», con Ariosto Aguilar; 4ª «Educación superior y universidad pública», con María Esther García Garibay; y la de «Reforma universitaria», a cargo de Ernesto Alberto Núñez Aguilar. Más información en Ana María Gallaga 931, 3139450, nicolaitasexalunmos@hotmail.com
Opinión
Hermandad de periodistas: Michoacán y Cádiz
Antonio Tenorio Adame
Cambio de Michoacán
Martes 3 de Abril de 2007
Los periodistas de Cádiz, España, visitan Michoacán con el propósito de hermanarse con sus colegas locales. La presencia en tierras purépechas de una amplia y representativa delegación de la Asociación de Periodistas de Cádiz (APC) es encabezada por su presidente, Fernando de Santiago.
A su vez, los anfitriones locales es la Asociación Michoacana de Periodistas Asociación Civil (AMIPAC), que preside el compañero de páginas de Cambio de Michoacán, el amigo Eduardo Garibay.
Es emblemática la amistad de siempre, entre pueblos enlazados por la historia. En particular de la proeza de Apatzingán, porque al igual de Cádiz, en ambas late aún la emoción de ser cunas de la Constitución. Ambas son tierras de libertad.
Los periodistas ibéricos se encuentran en Morelia para hermanarse con los periodistas de la entidad a través de actividades sociales y deportivas. Eventos donde se manifiesta en toda su expresión la voluntad de fortalecer identidades comunes.
Tales paralelismos se reflejan en la vocación profesional de la defensa de la libertad de expresión, así como los orígenes comunes de ambos pueblos que han caminado largos trechos de la humanidad entretejiendo causas y luchas comunes.
Un vértice de encuentro lo constituye la celebración del bicentenario de la libertad de expresión, reconocida por primera vez en la Constitución de Cádiz, promulgada el 19 de marzo de 1812. Con su promulgación se abolió el poder absoluto del Tribunal de la Santa Inquisición. Su dominio aterraba a los súbditos de la Corona española y consecuentemente prevalecía en la Nueva España.
En la actualidad, los periodistas de Cádiz han tomado la iniciativa de promover, expandir y difundir los eventos históricos que preceden la lucha por la libertad de expresión. Además de eventos conmemorativos desarrollan un vasto programa de apoyo y solidaridad con los periodistas que son víctimas de la represión en sus lugares de origen.
Para ese fin han iniciado ya la construcción de lo que será muy pronto la Casa de los Periodistas con sede en Cádiz, así como el Observatorio de la Libertad de Expresión en América, que tiene como objetivo dar a conocer los casos de persecución y acoso en el desempeño en tareas de la información.
Por su parte, los periodistas locales no son ajenos a la celebración de las conmemoraciones del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana, pero en particular les incumbe la responsabilidad de participar en la memoria del bicentenario de la promulgación de la Constitución de Apatzingán, promulgada el 22 de octubre de 1814, donde se declara el ejercicio de las libertades de los mexicanos.
La mejor forma de conmemorar la libertad de expresión es fortaleciendo la conciencia de este derecho fundamental de la humanidad. En especial, en México, como un país declarado de difícil ejercicio de información por estar sometido bajo las garras criminales de la guerra imperial de las drogas.
La impunidad con la que operan los sicarios no es ajena a la complicidad de autoridades, que lejos de someterlos y controlar sus actividades delictivas, los extorsionan para esquilmar ganancias secundarias.
Éste es el nuevo reto de nuestros tiempos. Ganar el derecho de libre expresión.
La historia compartida
La Constitución de Cádiz fue la primera experiencia constitucional compartida entre los españoles de ambos hemisferios. Acudieron a ella aproximadamente 18 diputados mexicanos. Destacaron, en el debate sobre la libertad de imprenta, don José Miguel Guridí y Alcocer, diputado por Tlaxcala, y don Miguel Ramos Arizpe por las Provincias Internas de Oriente.
La libertad de imprenta fue una de las primeras medidas fundamentales que adoptaron las Cortes, casi como una cuestión de principios. Para España y las Cortes era necesario que la opinión pública diera la máxima publicidad a las maquinaciones de toda índole del enemigo, y conociera, de manera puntual, los trabajos de las mismas Cortes, a fin de mantener un vínculo informativo con el pueblo.
Pesó tanto esta aspiración, que llegó a convertirse exclusivamente, en una cuestión de principios, aunque no sobre los demás derechos, por eso no se comenzó con una declaración de éstos.
La libertad de imprenta equivalía, en el sentir de las Cortes de Cádiz, a la libertad de expresión a través de cualquier medio y a la participación, sin previa censura, en la formación de la opinión pública.
Además, la libertad de imprenta fue asociada con la ilustración del pueblo, por un lado, y con una posición contraria al despotismo.
Tres días después de instaladas las Cortes comenzó la discusión sobre la libertad de imprenta. El diputado por Nueva Granada, Agustín Argüelles, planteó la importancia y necesidad de pensar en el punto de la libertad de imprenta, sugiriendo la formación de una comisión al respecto, para lo cual argumentó que diversas causas, entre ellas la falta de libertad de imprenta, contribuyeron a que se ignorasen aquellas maldades que, si hubieran sido publicadas, Bonaparte no hubiera conseguido engañar a esta nación grande y valiente.
En tanto, el diputado de Tlaxcala, José Miguel Guridí y Alcocer, consideraba que «uno de los fines de la libertad de imprenta es la enmienda de los defectos de los gobernantes».
De los 68 votos con los que se aprobó la ley, 19 eran de diputados de ultramar (todos los presentes).
Asimismo, Ramos Arizpe denunció ante la asamblea «que no se ha puesto en ejecución en el reino de México la ley de libertad de imprenta», y señaló que si México estaba en guerra, de igual modo se encontraba España contra Napoleón. Sobre la importancia de la ley de imprenta para la paz, indicó: «No concederla a México es querer no tranquilizarlo, sino esclavizarlo», y concluyó con una clara alusión al tema de la igualdad de derechos entre europeos y americanos.
Al concluir, Ramos Arizpe recordó cómo él se opuso a la aprobación del artículo de la Constitución en que se prohibía hacer en ella la más leve alteración hasta pasados ocho años, para que la Constitución perviviese intangible por un tiempo razonable, por lo cual no se concebía que uno de sus 371 artículos fuese desobedecido en México y se preguntaba: «¿No recibe esa Constitución el más funesto golpe de mano de su hacedor...?».
Los diputados americanos, entre ellos Guridí y Alcocer, Ramos Arizpe, Mendiola y, en general, todos los americanos, se refirieron a la intangibilidad de la aplicación de la libertad de imprenta, precisamente porque en esta Constitución se habían admitido algunos artículos muy contrarios a su tesis americana, y aceptar su nueva aplicación sería como pretender hacer intangibles ciertas injusticias.
Las Cortes se consideraban la garantía de las garantías. Entre las disposiciones complementarias de la libertad de imprenta se anotaron también los decretos del 10 de junio de 1813, sobre Adiciones a la Ley de Libertad de Imprenta y el relativo a su Reglamento.
Las Cortes se plantearon la libertad de imprenta como un dilema de principios, el de la importancia de la libertad de expresión a través de cualquier medio sin previa censura en la formación de la opinión pública.
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